7.1.14
Cuestión de las cuestiones
La verdad es que son una mierda esos momentos en que cuestionás algo y hay tantas formas diferentes de abordar lo mismo que no podés llegar a una conclusión y por ende, no hay chances de poder opinar estando seguro de que algo es de una forma, o que es la mejor forma en que puede ser visto, respecto de todas las demás que podés nunca haber considerado o haberlo hecho pero no haber encontrado una razón por la cual es indefectiblemente más acertada tu posición. Pero peor aún es cuando cuestionás el cuestionamiento mismo: ¿hasta qué punto puede ser útil o necesario preguntarse el por qué de todo, sin caer en debates absurdos e inconsecuentes? (y esto sin tener en cuenta que la pregunta misma conduce a un debate de ese tipo). Y es entre esta idea que me doy cuenta de lo jugada que estoy, porque desde que soy un humano que defiendo lo complejo porque te eleva a una escala de percepción mayor y, en fin, te conduce por esa razón a una felicidad más real, porque al final todo se reduce a eso. Pero eso es algo que siempre tomé por cierto, y tal vez ahí esté el problema, porque al querer elevar todo y tener todos los ángulos en cuenta, caigo en espirales infinitas que no me llevan a poder adoptar nada como propio, a no identificarme con nada y quedar en la nada misma, sin poder crear algo nuevo y sin poder respetar ninguna de las opiniones. Independientemente de eso, preguntarme acera de preguntarme es algo que me vuelve loca, porque si llegase a la conclusión de que es estéril seguir haciéndolo y que me termina haciendo mierda en algún punto, entonces podría dejar de hacerlo en algún momento y dedicarme a vivir como un ser normal, sin ser extremadamente consciente de todo y esos mambos que suelo tener, con lo cual podría vivir realmente. Pero no sé si sé hacer eso, si tengo la capacidad, o si simplemente debería respetarme y dejarlo ser. No sé.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)