15.7.13

dos mundos... paralelos?

Siento que desde que empecé la facultad, por mucho que sienta o piense (o lo que sea que haga) que me gusta y que encontré lo mío, en realidad tuve a mi ser verdadero ahí ranchando, sin encontrar posibilidad de expresarlo. Hacía mucho no me hallaba tan compenetrada con un pensamiento creado verdaderamente por mí, hacía mucho que no me sentía tan yo. No creo que sea por la cantidad de porro fumada, aunque sí debo admitir que es de gran influencia para ayudar a desligarme de mi rígida formación.
En fin. Tengo dos cosas rescatables para decir. La primera es que descubrí cuál es mi problema con la religión: me resulta insoportable que sólo sea venerada una mitad del mundo, la mitad "buena", aquella que nos presentan desde pendejitos y dentro de la cuál nos sentimos seguros, en la que se establece qué es lo correcto y qué no, y nos dicen qué es lo que tenemos que hacer para ser dignos de este mundo de luz. Pero de esta forma queda rigurosamente apartada toda la otra mitad del todo, bajo la concepción del mal, del diablo, de lo prohibido.  Las personas pajeras de mente, las cómodas, toman las prohibiciones y las respetan así como las encuentran, incapaces de juzgar por sí mismos como eso realmente impacta en ellos, no así como hacen aquellos que establecen sus propias normas y limitaciones, sus propios conceptos del bien y el mal, aquellas cosas que no les son propias y que se imponen en su libre albedrío.  ¿No sería mucho más justo, más lógico, lo normal, considerar un Dios que acapare al universo en su totalidad, no sólo rendir culto a la mitad "buena"? No entiendo cómo hacen las personas para no encontrar totalmente enervante ese alevoso mecanismo de control cuasi parental que nos ejercen. A partir de la creación de este concepto de Dios, vivimos con miedo a un poder. Porque uno está bajo un poder cuando siente miedo de algo, no terror, sino miedo, esa angustia que uno lleva encima siempre, latente o no. No tenemos por qué sentir culpa de seguir nuestros instintos, aunque muchas veces vayan en contra de lo que predica la mitad buena. Sin embargo, son incontables las ocasiones en que uno se encuentra sintiendo culpa por haber hecho algo tan opuesto a lo enseñado en casa, por más que haya sido una acción que nació de uno y a la que no se le encontró nada de malo al hacerla, simplemente cuando  uno vuelve a sus raíces, se da cuenta de que ante ciertos ojos no se siente digno, se siente que algo está mal. No sé si me explico.
La otra cosa es que necesito un cambio en mi vida. Basta de vida "en teoría", tengo que dejar de lado la paja social y hacer algo, interactuar más, buscar lo que soy, lo que me gusta, lo que me hace bien. Dejarme llevar, poder sacarme de encima la mirada paterna que tanto me cohíbe y encontrar qué es lo que me hace sentir bien conmigo. Durante los dos últimos años me di cuenta de que no podía ser feliz siendo odiada en mi casa. En estos últimos meses me di cuenta que para ser querida acá, tengo que renunciar a ser yo y esforzarme en ser la hija 10 (cosa que lamentablemente casi logro), lo cual tampoco me hace feliz. No sé cuál es la solución a eso, pero ahora que me voy de viaje espero poder resetearme y conectarme conmigo, sentir, más que pensar, a qué parte del mundo paternal y bueno realmente pertenezco, y en qué medida soy parte de la otra mitad, y encontrar al forma de que ambas puedan convivir.